
por Simón L. Dolan (Alias Dr. Simon)
Revisión lingüistica por Javier de Pablo
A medida que aumenta la necesidad humana de felicidad constante, se mercantiliza –como un objetivo que debe alcanzarse a través de medios externos–, perpetuando así una cultura de consumismo y materialismo. Este artículo analiza la felicidad como culminación de vivir nuestros valores más verdaderos, permitiendo a cada individuo encontrar su camino hacia ella.
El concepto de la felicidad se ha convertido en una palabra de moda en los últimos años, cuyo objetivo es superar la miseria de todos los individuos, ya sea en el hogar, en el trabajo o en la comunidad. Si bien comúnmente se cree que la felicidad es una panacea, un examen más detenido revela que esta noción Después de todo, ¿quién no quiere ser feliz o llegar a ser feliz? La felicidad como concepto se puede comparar con el brillo y el calor del sol. ¿Conoces a alguien que exprese sentimientos o actitudes negativas contra el sol? La felicidad a menudo se simplifica demasiado como un estado del ser universalmente deseable y fácilmente alcanzable.
es demasiado simplificada y potencialmente peligrosa. La felicidad, a menudo presentada como el objetivo final y la solución a todos los problemas de la vida, se equipara erróneamente con la ausencia de sufrimiento o dificultad. Esta idealización de la felicidad como panacea ignora las complejidades de las emociones y experiencias humanas.
La búsqueda de la felicidad como panacea puede conducir a expectativas poco realistas y a un esfuerzo constante por alcanzar un estado de ser inalcanzable. La presión de mantener siempre una fachada de felicidad puede ser perjudicial para la salud mental, ya que desalienta a las personas a reconocer y procesar las emociones negativas. Esto puede acabar en una supresión de sentimientos auténticos y una desconexión del verdadero yo.
Además, la creencia de que la felicidad es una panacea puede perpetuar una cultura de positividad tóxica, donde se espera que las personas siempre se mantengan animadas y optimistas, independientemente de sus circunstancias. Esto puede invalidar las luchas y los desafíos muy reales a los que se enfrentan las personas, dificultándoles buscar apoyo o abordar problemas subyacentes.
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